Mi historia
Ese enero fui a México con mi mamá y mi abuela, la Neki. Fue un viaje inolvidable. Caminamos las ciudades aztecas, nos emborrachamos con tequila, nos reímos. Estaba en Guanajuato el día de la postulación a la universidad. Pero no estaba preocupada. Mi amiga Tere (gracias Teresa!) iba a postular por mi de acuerdo al siguiente criterio: todas las humanidades, de mayor a menor puntaje, exceptuando leyes. Memoriona no soy, eso al menos lo s

Llegué a Periodismo en la Católica y no conocía a nadie. Como soy un poco tímida, hice amigos de a poco, pero buenos. Uno de ellos es Carlos Encina, el hombre con quien comparto mi vida. Cuando nos fuimos a vivir juntos, decidimos comprar a la Maga, la perra mágica.
Llevábamos menos de un año viviendo juntos cuando me salió una hernia en la espalda. Un esfuerzo mal hecho, fatiga material, genética, qué se yo. La cosa es que estuve dos meses y medio en cama, tomando unas gotas calmantes con opio que me hacían dormir y tener sueños sicodélicos. Después de la operación, volví a la vida y él me regaló un anillo.

El matrimonio estuvo increíble; en la playa, en el hotel de Maitencillo, con un día de sol y brisa, con toda la gente con que quería estar, con Carlos y la Maga. Perfecto.
Nos quedamos en una pre-luna de miel en Cachagua, donde el último día nos quedamos en pana y nos tuvimos que volver a Santiago arriba de una grúa. Fue buena onda, porque nos fuimos en el auto, mirando todo desde otra perspectiva, escuchando música, sin conciencia. Ése momento fue uno de los últimos en que me sentí totalmente despreocupada, sin responsabilidades, adolescente.
Al mes de habernos casado, con la plata de los regalos de matrimonio, hicimos maletas y nos vinimos a Estados Unidos.
Llevábamos una hora manejando por el golfo, pero como no había camino costero, sino sólo entradas a playas, no podíamos ver el mar, por lo que Carlos decidió
Luego de estar un par de días en New Orleans, llegamos a nuestro destino supuestamente final: Forth Worth, Texas. Cómo llegamos allá? Long story short, como dicen los gringos, Carlos necesitaba un lugar donde aprender inglés y yo necesitaba preparar las pruebas para entrar a un posgrado, sin irnos a la bancarrota en el proceso. Salimos escapando a las cinco semanas. Además de que las clases eran malas, la ciudad no había veredas. Nadie caminaba. Darle un paseo a la Maga es para nosotros "ir a dar la vuelta", como en la Noche de las Narices Frías, y no subirnos al auto e ir a un pequeño parque cuadrado rodeado de carreteras. Un día nos levantamos, enfrentamos la realidad, hicimos maletas y nos fuimos a Boston, a la casa de Juan Pablo Marín, un amigo en común de la universidad.
En Boston vivimos un año y medio. Carlos iba a clases de inglés y trabajaba de ilegal en The Wrap, un restaurante de burritos orgánicos. Yo preparé las pruebas, trabajé cuidando niños, y me puse a estudiar un diplomado en Publishing and Communications en el Externsion School de Harvard, por mientras que esperaba los resultados de las postulaciones.
Ese fue el año más duro de mi vida. No saben el frío que hace en esa ciudad. En el invierno hay menos 15 grados bajo cero, pero con vientos de 30 kilómetros por hora (la sensación térmica es de 30 menos cero). Además, se nos habían acabado los ahorros y estábamos pelando el ajo. Pero las buenas noticias llegaron. Quedé aceptada en New York University (NYU) en el programa que yo quería, el Master en Estudios Latinoamericanos y me becaron. Al año siguiente aceptaron a Carlos en un master y también le dieron beca.

Un abrazo fuerte desde el otoño neoyorkino,
Camila Vergara
camilavergarag@yahoo.com
1-917-346 8934
http://mechanicsofpower.blogspot.com/
2 comentarios:
camila!!! me leí tu historia entera, parece cuento. Me imagino lo dificil que debe haber sido ese año pelando el ajo, pero que manera de valer la pena. Muchos cariños desde Barcelona.
Hola Camila! Q rico saber de ti!! Te felicito por lo q estás haciendo y por lo q han logrado! Un abrazo grande desde chilito!!
Publicar un comentario